Éste es un palco imaginario de un teatro de ópera inventado; pero no por ello (aunque pueda parecer un contrasentido), ni uno ni otro son menos reales. Desde esta ventana a la fantasía, os invito a viajar por el rico, apasionado y apasionante universo de la ópera.. ¿me acompañáis?

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jueves, 30 de julio de 2015

LA TRAVIATA (ACTO II, 1ª PARTE): TRES MESES DE FELICIDAD

Hasta que conoció a Alfredo, la vida de Violetta se había precipitado hacia delante, inmersa en los placeres pasajeros de un mundo en el que, aún rodeada de una multitud, se sentía terriblemente sola. Pero poco a poco, aquel muchacho le había hecho comprender que la fuerza más poderosa de este mundo es el amor, y que todos, sea cual sea o haya sido nuestra vida, somos capaces de amar y merecemos ser amados.

Dos meses después de la fiesta en la que hablaron por primera vez, Violetta y Alfredo se trasladaron a una casa de campo, a las afueras de París. Ella se sentía redimida de una vida de la que ahora renegaba y a él le parecía estar casi en el cielo.


Hacía ya tres meses que los dos vivían en una dulce serenidad, cuando Alfredo descubrió que Violetta estaba al borde de la ruina; mantener aquel idílico lugar era tan costoso que la muchacha, que jamás habría aceptado dinero de él, estaba dispuesta a desprenderse de todas sus posesiones. Furioso consigo mismo, y decidido a evitar el desastre, el joven salió inmediatamente hacia París, no sin antes advertir a Annina, la fiel doncella de su amada, que no revelase a su señora el motivo de su partida.

Llegó una nota de Flora, la gran amiga de Violetta, en la que le invitaba a una fiesta aquella misma noche; la muchacha rió al pensar que la que fuera su fiel confidente habría de esperarla en vano. Fue entonces cuando, igual que una nube de tormenta, apareció Giorgio Germont, el padre de Alfredo. Revestido de una frialdad sobrecogedora, estaba dispuesto a conseguir, a toda costa, que la relación entre aquella mujer "marcada" y su hijo terminase. Según explicó, tenía otra hija, "pura como un ángel", que se encontraba próxima a contraer matrimonio; si Alfredo continuaba con aquella relación, el joven que estaba destinado a ser su yerno, rechazaría la boda. De nada sirvieron los ruegos de la desdichada Violetta, ni siquiera el hecho de que, según le confesó, se encontraba enferma de muerte:


En las amargas palabras de aquel hombre, resonaba el eco de una sociedad que, si bien no veía con malos ojos lo que Violetta había sido, no podía tolerar que intentase siquiera dejar de serlo. La promiscuidad masculina podía tenerse por "experiencia", la femenina recibía un nombre que estigmatizaba de por vida a las mujeres que, como la protagonista de esta historia, "caían", fuera cual fuera el motivo. Aún hoy, aunque en menor medida, se hace notar en ocasiones esa doble vara de medir.

Con una generosidad que daba muestras de su inmenso corazón, Violetta accedió a lo que Germont exigía, pero no quiso revelarle lo que pensaba hacer. Decidida, escribió una breve nota y le aseguró que, muy pronto, su hijo regresaría con él; le rogó, eso sí, que algún día, alguien le revelase el doloroso sacrificio que ella, por amor, estaba haciendo. Cumplida la misión que se había propuesto, Germont se marchó.

Violetta envió a Annina a entregar la misteriosa nota que había escrito, y se puso a redactar otra, dirigida a Alfredo. Cuando el muchacho regresó, la encontró garabateando sobre un papel, muy nerviosa; pero no podía sospechar cuál era la tormenta que se agitaba en su alma, no era posible que imaginase que trataba de encontrar las fuerzas para despedirse de él:


Cumpliendo la promesa que le había hecho a Violetta, Germont volvió para tratar de aliviar el dolor de su hijo. Intentó reavivar en él el recuerdo de su Provenza natal, del hogar que se había hundido en la tristeza tras su marcha:


Pero Alfredo apenas escuchaba lo que su padre le decía; sólo podía pensar en que Violetta le había abandonado. Por casualidad, vio la carta de Flora y comprendió... la muchacha había vuelto con Douphol, su antiguo amante. Hirviendo de ira, salió precipitadamente en busca de su amada.

4 comentarios:

  1. Pura como un ángel tu narración y redescubrimiento del amor que todo lo puede, incluso el dolor y sacrificio París y Violeta desde este palco que agradecemos esté abierto para tanto verdiano y operófilo.

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    1. Querido amigo Pablo, si me siento feliz al escribir estas modestas narraciones, aún lo soy más al poder compartirlas con personas tan maravillosas como tú, al ver que os gustan. Gracias de corazón por tus preciosas palabras y un beso enorme!!

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  2. Preciosa narración, que en cuanto pueda haré leer a mis sobrinos como lectura obligada. Me gustaría iniciarles en el sentido romántico que es hilo de unión entre la trama y la vida valorable que pudiera existir desde la observación de un palco en cualquier teatro de ópera

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    1. Querido amigo David, apenas encuentro palabras para expresarte lo que siento al leer tu precioso comentario. Me siento muy afortunada por estar en contacto con personas tan estupendas como tu, como todos los que tenéis la amabilidad de pasaros por este palco. Para mi sois un gran premio. Gracias de todo corazón! ! Un beso muy grande!!

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