Éste es un palco imaginario de un teatro de ópera inventado; pero no por ello (aunque pueda parecer un contrasentido), ni uno ni otro son menos reales. Desde esta ventana a la fantasía, os invito a viajar por el rico, apasionado y apasionante universo de la ópera.. ¿me acompañáis?

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lunes, 27 de julio de 2015

LA TRAVIATA (ACTO I): FIN Y PRINCIPIO

La suave voz de los violines va envolviéndonos, poco a poco... la música, con ese poder que sólo ella posee, nos transporta hasta el París de mediados del siglo XIX...


Violetta Valéry, la que fuera una de las más bellas cortesanas de la capital de Francia, ha muerto. Los objetos que le pertenecieron en vida, que aún pueblan los restos de la que fuera su espléndida casa, van a salir a subasta, para pagar las muchas deudas que ha dejado la difunta. Tres hombres, cubiertos con guardapolvos, deambulan entre los muebles semicubiertos por sábanas y anotan en pequeños cuadernos, con gesto serio y desganado.

Ha empezado a nevar. Un joven de aspecto triste camina muy despacio, al tiempo que se arrebuja en un grueso abrigo de paño. Cuando llega a los pies de la ventana de Violetta, algo en el suelo llama su atención: es una camelia. Alfredo, que así se llama el muchacho, se agacha, toma la flor entre sus manos y, con inmensa ternura, se la lleva a los labios... fue una camelia la señal que le hizo saber que podía hacerse realidad el que se convirtió en el gran amor de su vida, el único verdadero... 


Con triste resignación, Alfredo se aleja, despacio, calle adelante, con el rostro de su amor perdido grabado en el alma mientras, poco a poco, va cayendo la noche. Os pido que, en este momento, hagáis una pausa en la lectura, cerréis los ojos y permitáis que, por unos instantes, sea la música la que os hable...

Estaba ya muy lejano el día en que acudió a aquella fiesta y, por fin, pudo hablar con ella... La riqueza con la que estaba engalanado el comedor, el esplendor de los trajes de las damas y la elegancia de los de los caballeros palidecían ante la dulce belleza de aquella mujer que, con su sola presencia, habría podido iluminar la estancia más oscura. Así se lo pareció la primera vez que la vio, un año atrás. Ahora, por fin, se encontraba frente a ella, y eran tantas las cosas que quería decirle, que maldijo mentalmente a aquella escandalosa multitud que les rodeaba. ¡Se puso tan nervioso cuando su amigo Gastón le propuso que pronunciara un brindis!:


Comenzaron a escucharse las primeras notas de una alegre pieza de baile, y Violetta invitó a los presentes a pasar con ella al salón donde se encontraba la orquesta; pero, apenas había caminado unos pasos, sintió que le faltaba la respiración y, llevándose una mano al pecho, no tuvo más remedio que detenerse... con la voz entrecortada, rogó a sus invitados que se adelantaran. Alfredo, terriblemente preocupado, se las arregló para quedarse a solas con ella y, al fin, pudo hablarle de cómo la conoció y del inmenso amor que, sólo para ella, atesoraba en su corazón:


Al despuntar el alba, los invitados fueron despidiéndose, entre besos, risas, y frases de agradecimiento. Una vez a solas Violetta, que hasta ese momento había vivido sólo para el placer de los sentidos, empezó a pensar que, quizá, también para ella podía ser posible saber lo que se siente al amar de verdad y ser de verdad correspondida... Las palabras de aquel joven se le habían grabado en el corazón... 



Trató de convencerse a sí misma de que era una locura pensar siquiera en un amor serio, real... sin embargo, a todas sus dudas respondió la voz de Alfredo que, desde lejos, cantaba para recordarle que el amor es la inspiración del universo entero:


2 comentarios:

  1. Inicio esperanzador para que triunfe el amor (leído como si no conociésemos nada), bravo! Gracias por compartir el palco que siempre está abierto y se irá llenando poco a poco, como el amor de Alfredo y Violeta.

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  2. Gracias a ti, Pablo, siempre, a todos los que me premiáis con vuestro cariño. En efecto, este palco está siempre abierto y, poco a poco, se irá llenando con el amor de Alfredo y Violetta. Un gran beso.

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